Algo de Ricardo es una obra para un solo actor, al que convocan para hacer Ricardo III de Shakespeare. Toda su vida ha esperado esta oportunidad y finalmente, cuando lo invitan a actuar este gran papel, el elenco, el equipo técnico y el director no están a la altura del desafío que el proyecto requiere. Así, el actor irá deshaciéndose del resto de los actores, como Ricardo se fue deshaciendo de los obstáculos que le impedían llegar al poder absoluto. Pero el poder acarrea soledad. Y cuando logra que por fin todos abandonen los ensayos y regresen a sus vidas, y a nuevos proyectos o no, Osmar III, no se resigna a dar de baja la obra donde por fin representa al gran personaje de su vida, entonces a modo de fugitivo de él mismo, se quedará como ocupa debajo del escenario principal. Ahí, entre los trastos olvidados; ahí, donde se tira lo que ya nadie piensa usar; ahí, donde los sueños transcurren a dos metros sobre su cabeza, ahí se quedará ensayando y transitando una y otra vez las palabras de Shakespeare, tratando de llegar a la esencia del verso isabelino, quedando casi inevitablemente, atrapado en la puesta de Ricardo III, en sus obsesiones, sus deseos y sus fantasmas. Es una obra sobre los actores, sobre la pasión por la actuación, y sobre las intrigas de poder que se juegan en el mundo teatral. Nunca fue sencillo y lo es menos en estos momentos, en este país, subirnos a un proyecto y seguir generando teatro. Y sin embargo, lo seguimos haciendo; no podemos evitarlo, porque solo la pasión por lo que hacemos sobrevive a las miserias cotidianas. Pisar la sala de ensayo, el escenario, nos devuelve a nosotros, en tanto seres vulnerables, expuestos, incompletos, buceadores de fantasmas, que elegimos no estar años enjaulados en un deseo detrás de la perfección, sino intentarlo. Nos arriesgamos tratando así de mantenerlo vivo, presente, fanganoso, caótico, sensible y teatral, más allá de la especulación de los mediadores de la frustración. Nos reunimos en este proyecto para hablar también de lo que nos duele y desconsuela de nuestra profesión; de los tantos compañeros sin trabajo, de los maravillosos actores que jamás pisarán la Coronado ni el Cervantes, de los que terminan en la Casa del Teatro, cuidados por unos pocos y olvidados por la multitud que los vio brillar un día; de los teatros que cierran sus puertas. Para preguntarnos por esas posibilidades que nunca llegan en la vida, que no tienen que ver con el talento o el amor que portemos quienes lo intentamos, sino con las reglas de juego, que solo sortearán los fuertes, los bellos, los que vistan traje para la ocasión. Algo de Ricardo nos llega desde el otro lado del río, de manos de su autor, Gabriel Calderón, casi como una balsa cargada de palabras, a la que nos aferramos para alivianar este viaje; porque quizás solo hayamos transitado un sueño soñado por otro y en el despertar nos espere un personaje amado y un espectador que nos abrace.

Duración 60 minutos.