Es el mito pirandelliano del más allá. En presencia de la muerte Pirandello experimenta, generalmente, una impresión de espanto. Para vencerlo y para superar al mismo tiempo la tendencia a la soledad de sus criaturas, que, abandonadas a sí mismas, naufragan, piensa concluir su dramaturgia con los “mitos”. He aquí Diego Spina, creyente. El soporta la traición y la separación de su esposa, con la esperanza de un más allá, y encamina a su hijo Lucio a la carrera eclesiástica. Pero cuando descubre, que el hijo ha renunciado a esta carrera y se ha refugiado donde su madre, desesperado, corre a buscarlo, más en el camino un auto lo atropella y él muere. Pero un médico experimenta sobre su cadáver una nueva inyección, y Diego vuelve a la vida, reaparece en medio del asombro de sus familiares, armado de un fusil, y hiere al amante de su espesa. Con este solo acto él es completamente distinto cie lo que era antes. El dice -Para una persona que ha ido al más allá, sin encontrar nada, es inútil el perdón. – Pero el hijo Lucio logra calmarlo: su alma, después de la muerte se ha encontrado en Dios, y Dios no revela nada, si no quiere. Ha sido un milagro, frente al cual hay que vivir. sin necesidad de saber, con tal de creer.

La presencia de Dios determina entonces otro milagro: casi obedeciendo a un llamado sobrenatural la pequeña paralítica Lía se levanta y camina.