LOS MIRASOLES

DE JULIO SÁNCHEZ GARDEL / DIRECCIÓN OSVALDO BONET

ARCHIVO

CASACUBERTA - TEATRO MUNICIPAL GENERAL SAN MARTÍN


Con:
Alicia Berdaxagar, Corraro Corradi, Milagros de la Vega, José Luis Fernandez, Juan Oscar Greco, Julio César Lopez, Luis Medina Castro, Daniel Norberto Novarino, Dora Prince, Jorge Rivera Lopez, Marta Roldán, Mario Sóffici, Elena Tasisto, Fernando Vegal

Fotografía: Jorge Malpeli
Apuntador: Luis F. Sperzagni
Traspunte: José Di Paoli
Escenoarquitectura: Luis Diego Pedreira
Utilería: Puig
Peluquería: Horacio Pisani
Coordinador general: Julio Répide

Dirección: Osvaldo Bonet





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(del programa de mano)

“…El estreno de Los mirasoles fue en el Teatro Moderno por la compañía de Pablo Podestá, creador del protagonista de otro posterior éxito de Sánchez Gardel, La montaña de las brujas. Los mirasoles representa en la trayectoria de Sánchez Gardel un lapso de equilibrada serenidad, un remanso entre sus polémicas de militante y su creciente fascinación ante el misterio del cerro y del indio, que cuajará en La montaña y El zonda. En Los mirasoles, todos los rasgos ásperos o violentos de sus anteriores cuadros provincianos se hallan mitigados, vistos con lente placentero o, a lo más, levemente irónico. El antiguo conflicto se ha trasladado al alma pura de Azucena, quien, como los mirasoles del patio, sigue una remota estela de luz. Entre la provinciana y el porteño no tardará en surgir un amor intenso, fraguado en insinuaciones y miradas. Azucena ve en él su ideal de muchacha triste, ideal acariciado en su soledad, musitado en el gorjeo de los pájaros, alentado por el perfume de las flores. También él vió en ella una personificación de la paz en su vida poblada de otros espejismos. Los mirasoles fue para muchos críticos un hallazgo, pero su creador sabía que era un reencuentro, un reencuentro emocionado con patios soleados y parlerías con arrastrado dejo, con serenatas y trinos, con el amor callado, con el milagro escondido, con el símbolo perdido en la cotidianeidad. Hay, sobre todo, en esta obra, fidelidad en la pintura de costumbres, acierto en la caracterización de los personajes, fluidez y naturalidad en la sucesión y entrelazamiento de las situaciones, teatralidad en el diálogo, fidelidad al habla vernácula. La Comedia Nacional Argentina ha juzgado atinado iniciar su temporada con un autor que -a los treinta años de su muerte- se yergue como uno de los pilares de nuestro teatro nacional. En Los mirasoles advertiremos que este pilar no es simplemente sólido y tosco, como parece a la distancia y como sería quizás de esperar en una época en que la creación era arduo y perentorio menester. Descubriremos, por el contrario, primores de artífice y sutilezas de poeta. Y tributaremos así nuestro reconocimiento a la fecunda estirpe de los forjadores, que cumplieron su tarea con desinterés y hallaron re-compensa en su propio fervor.”

DELFIN LEOCADIO GARASA





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