ÑAQUE O DE PIOJOS Y ACTORES

DE JOSÉ SANCHÍS SINISTERRA / DIRECCIÓN JOSÉ SANCHÍS SINISTERRA

INTERNACIONAL

ORESTES CAVIGLIA


*III EncuentroIberoamericano de Teatro “Osvaldo Dragún”

Con:

Ríos ALFONSO DELGADO
Solano MARIO VEDOYA

 

Plástica escénica RAMÓN IVARS
Diseño de luces TEATRO DE LA HUELLA
Sastra ALMUDENA RODRÍGUEZ
Técnico de iluminación FEDERICO MENÉNDEZ
Asistente de dirección HERMES DAMIÁN
Producción TEATRO DE LA HUELLA

Grupo de Teatro la Huella – España

 

Dirección: José Sanchís Sinisterra





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“… Ñaque es dos hombres que llevan barba de zamarro, tocan el tamborino y cobran a ochavo”… Junto al teatro como arte y como institución, paralelamente a ese ceremonial complejo y prestigioso que el poder se apresura a proteger y controlar cuando no logra ahogar, discurre otro -soterrado, liminal, plebeyo- que erige a ras de tierra su tosco artificio. Y así sucede también con el llamado Siglo de Oro de la cultura española. Junto a la brillante dramaturgia de Lope, Tirso, Alarcón, Moreto, Calderón, etc.; junto a la sólida fábrica del Corral de la Cruz o del Príncipe, de la Casa de la Olivera o del Coliseo del Buen Retiro; junto a la fama y el relativo bienestar de comediantes como los Morales, Josefa Vaca, Juan Rana, María Calderón, Sebastián de Prado y otros, prolifera una turbia caterva de poetastros y zurcidores de versos ajenos, de faranduleros y cómicos de la lengua, que vagabundea con su arte (?) a cuestas por villorrios, aldeas, cortijos y ventas: “gente holgazana, mal inclinada y viciosa y que por no aplicarse al trabajo de alguno de los oficios útiles y loables de la república, se hacen truhanes y chocarreros para gozar de vida libre y ancha”, en opinión de su tiempo. En torno a esta temática -la condición del actor y su posición en la sociedad, concretada en su relación con el público- gira, deambula y discurre la trama textual de “Ñaque”. Condición precaria, ya que su debilidad y fuerza dependen del encuentro fugaz y siempre incierto con ese ser múltiple y desconocido que acecha en la sombra de la sala y, aparentemente, sólo mira y escucha. Arrastrando un viejo arcón que encierra todo su “aparato” teatral, Ríos y Solano llegan al “aquí” y al “ahora” de la representación procedentes de un largo vagabundeo a través del espacio y del tiempo. Han de repetir ante el público un tosco espectáculo, pero el cansancio, las dudas y temores retrasan, interrumpen una y otra vez su actuación en un diálogo que deliberadamente, los emparenta con Vladimiro y Estragón, los ambiguos clowns de Samuel Beckett.

José Sanchis Sinisterra





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