(1946) – Texto programa de mano

“El estreno de «Tierra extraña», de Roberto Alejandro Vagni, que cerró con lucido éxito la temporada del año anterior, constituyó un grato acontecimiento, al revelarse la presencia de un nuevo autor de indudables méritos. Dicha obra mereció el honor de la elección en el concurso anual de autores noveles instituido por la Comisión Nacional de Cultura, cuyo propósito de alentar el surgimiento de nuevos valores para el teatro argentino, se vio, por cierto, bien satisfecho, con la aparición de una obra de la envergadura de «Tierra extraña» y de un autor que demostró ser más que una promesa. Por otra parte, esta significativa consagración, fue recientemente corroborada, al asignarse a «Tierra extraña» el Premio Municipal a la mejor obra dramática estrenada en 1945. El joven escritor santafesino, que con tan brillante auspicio inicia su carrera de autor dramático, lo ha hecho con una pieza de observación directa e interesante contenido social, que revela su encomiable preocupación por abordar un problema eminentemente argentino. Con «Tierra extraña», aquél se ha propuesto presentar un palpitante documento humano, de viva realidad, en una serie de estampas del norte santafesino, donde la explotación forestal en que se basa la industria del tanino, ha creado un mundo desconocido para la generalidad, rico en materia dramática y lleno de pintorescos detalles costumbristas. El obraje es, pues, el centro de la acción, considerado en sus aspectos étnico, social y económico. Instalado en plena selva, requiere un material humano especial y único para la tarea del monte, formado exclusivamente por correntinos o nativos del lugar descendientes de aquéllos. Por eso la región de los montes de Santa Fe, por sus costumbres, modalidades, idioma, música, canciones, bailes y psicología, es una prolongación de la campaña correntina, con su ambiente y tipos característicos. El autor no pretende, desde luego, ahondar ni resolver el complejo problema de esa tierra olvidada o desconocida, donde miles de hombres y mujeres viven una vida casi primitiva, elaborando una de las más grandes riquezas argentinas. Sólo ha querido reflejar —tratando de hacer, antes que nada, teatro— en rápidos brochazos dolorosos y pintorescos, la vida azarosa de los obrajes.”