Con:
Alejandro Anderson, Omar Aranda, Dora Baret, Rodolfo Bebán, Aldo Braga, Fanny Brena, Eva Dongé, Mario Giusti, Alfredo Iglesias, Gianni Lunadei, Rafael Rinaldi, Abel Saenz Buhr, Esteban Serrador, Elisa Stella
Figurines: Biyina Klappenbach
Música: Rodolfo Arizaga (Según Antonio de Cabezón)
Escenografía: German Gelpi
Dirección: Pedro Escudero
(1962) “Escudero dirige también El caballero de Olmedo de Lope de Vega, puesto en escena en homenaje al 4º centenario del nacimiento del autor español, con escenografía de Germen Gelpi, figurines de Biyina Klappenbach y música de Rodolfo Arizaga”
Fuente: Seibel, Beatriz. (2010) “Historia del Teatro Nacional Cervantes (1921-2010).” Pag: 86
(*) “LOPE DE VEGA”
Con la presentación de EL CABALLERO DE OLMEDO, de esta tragedia con su cuadro de fatalidad y dolor, vuelve la Comedia Nacional Argentina al teatro de Lope. Vuelve a la ausencia de un mundo que el genio español animó, afirmando para el Siglo de Oro su histórica jerarquía. Es la época del teatro nacional y popular que Lope de Vega señaló con sus comedias y sus dramas, fijando para siempre su carácter y su destino.
Es la tradición heroica de España, y es también la herencia admirable del romancero. En el conjunto de los protagonistas de Lope está definida la unidad de su teatro, y el caudal de su imaginación permite ver a la distancia con qué exactitud puede hablarse –como los filósofos de lo poético– de la íntima relación con que coinciden en su expresión más pura la verdad y la fantasía. En el amor trovadoresco y lírico, lo mismo que en la manifestación del honor irrenunciable, la fecundidad poderosa de Lope parece desbordar como la emoción audaz de su propia vida; pero al fin conduce a una interpretación de la existencia a través de su riesgo, de su aventura y de su belleza. Y dentro de ese afán, la humanidad creadora del dramaturgo halló siempre inadvertidos senderos. Pueden aceptarse, para el teatro de Lope, las clasificaciones que agrupan las tendencias, y acaso se confundan los rubros dramáticos de su producción con definiciones que fijan una naturaleza o una característica de su época. Pero en Lope no hay modas literarias. Su perdurabilidad se afianza en lo que tiene de raíz y de acento. Lo que hay en él de universal ha nacido de su propia España. El drama rural como el de capa y espada, como el de historia o el de leyendas, surgieron en Lope de Vega del misterio de lo entrañable, porque fue un producto inconfundible de su tierra. El alma medieval y renacentista ilumina su fuego creador y desde su suelo de Castilla alcanzó trascendencia para el mundo la generosa “comedia humana” que su genio levantó sin barreras de años o de siglos. Paul Veléry pudo decir en Francia: “Hay que recordar al mundo la obra de Lope de Vega. Bruselas, Roma y París le deben la misma reverencia que Madrid, México y Buenos Aires”. Es que Lope fue una afirmación del ser en función de la vida, y su teatro fecundo su expresión auténtica de poeta y de hombre. Lope no es un mito. Puede ser símbolo, pero es, por sobre todo, una voz viva y permanente.
Al poner en escena EL CABALLERO DE OLMEDO la Comedia Nacional Argentina evoca una de las obras realmente representativas del “Fénix de los Ingenios” inspirada en un remoto cantar difundido en la ruta castellana de Olmedo a Medina.
LEONIDAS DE VEDIA
(*) del programa de mano