BÚFALOS

DE CLAUDIO NADIE / DIRECCIÓN CLAUDIO NADIE

EN EL TEATRO

SALA ARGENTINA


Con:
Pablo Bontá, Luis Cmapos, David Di Nápoli, Enrique Iturralde, Silvia Kalfaian, Alejandro Tantanian, Antonio Ugo
Músico en escena: Fernando Aldao

Fotografía: Víctor Baldioli
Realización gráfica: Fernando Almiron, Carlos Méndez, Marcelo Bacirca
Prensa y Relaciones Públicas: Aída Giacani
Producción ejecutiva: Elida Martínez
Producción General: Gabriel Parellada
Manager de Compañía: Gabriela Borona
Coreografías y entrenamiento corporal: Mariana Belotto
Asistente de Dirección: Cristina Lahet, Paloma Raffeta
Escenografía y Vestuarios: Alejandro Mateo
Diseño de Luces: Gonzalo Cordova
Banda de Sonido Original: Fernando Aldao
Realizadores de Escenografía: Beatriz Martínez, Cecilia Moldovian, Nieves Da Fonte
Realizadores de vestuario: Mary Girotti, Cecilia Moldovian, Nieves Lafonte

Dirección: Claudio Nadie





fsdaf

(del programa de mano)

“Ojalá tuviéramos sitio en el norte o no tuviéramos sur, si es que el sur tanto ofende. Por tal motivo, funcionarios de la cultura, queridos próceres, no está bien que nos obliguen a trabajar en un espacio no mucho más grande que una tabla de cortar quesos. Y ya que son tan sensibles hacia la nueva comedia, concédanle lugar donde representarla. Y si por falta de espacio y de medios lo hacemos mal, justo será que vuestra crítica se demore hasta que los tengamos; entonces, si nuestra comedia no les agrada. ¡Se la lleve el Diablo que anda con ella!

(Prólogo a la comedia  “EL DEMONIO ES UN ASNO”, escrita en 1616, año de la muerte de William Shakespeare.)
BEN JONSON


Me parece inferir de la lectura de la prensa europea y de morosas charlas con amigos inclinados a la política y a la filosofía, una revalorización del gigantesco Antonio Gramsci. Es auspicioso, en tiempos tan parcos como el nuestro, que se recurra al viejo gnomo que tan bien ha sabido definir el lugar del intelectual en la sociedad moderna y frente a cuya grandeza ética no somos más que las sombras que proyecta la caverna platónica. Viene al caso el discurso de Gramsci, quién nos hablaba del escepticismo de la razón y el optimismo de la voluntad. El equilibrio no es una línea recta, ni la rigidez de la plomada, ni la gota de oxígeno en el centro de la línea de agua. El equilibrio es una descompensación circunstancial que exige inclinar la recta hacia uno u otro lado, o en todo caso una suma de descompensaciones históricas. Vuelve Gramsci y vuelve Cortázar.
De estos asuntos habla nuestro espectáculo. Es una apuesta al optimismo de la voluntad. Un voto para aquellos que no descabalgan, que no se resignan a esperar que el tiempo aclare, sino que han elegido seguir influyendo sobre el sol, las lluvias, los planetas.
Lo teatral tiene aquí, pues, un sentido metafórico. Hablo de la disposición hacia el futuro, del báculo creador que va pasando de mano en mano, del retorno del búfalo que no es una anacrónica apelación al americanismo sino a la esencialidad de todo lo humano. De un optimismo en el hacer, en definitiva, que se despliega en una continua lucha contra los elementos, contra los propios límites, contra los obstáculos, en medio dela desgarradora angustia metafísica de ignorar si soñamos o si somos soñados.

Claudio Nadie





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