EL JARDÍN DE LOS CEREZOS

DE ANTON CHEJOV. TRADUCCIÓN Y ADAPTACIÓN DE LUIS SASLAVSKY / DIRIGIDA POR JORGE PETRAGLIA

ARCHIVO

CASACUBERTA - TEATRO MUNICIPAL GENERAL SAN MARTÍN


Con: Alejandro Anderson, Enrique Arimán, Libertad Bagnasco, Cayetano Biondo, Georgina Brios, Osvaldo Cattone, Gladis Cignacco, Carlos Fabell, Delia Garcés, Héctor Gióvine, Ignacio Lopez, Norma Lopez Monet, Carlos Luccini, Rodolfo Morandi, Elena Petraglia, Jorge Petraglia, Roberto Pieri, Ignacio Quirós, Susana Rinaldi, Esteban Serrador, Paquita Vehil

Apuntador: Luis Sperzagni
Baile: Angeles Ruanova
Escenografía y Vestuario: Leal Rey
Utilería: Ferrer
Peluquería: Marziano

Dirección: Jorge Petraglia 





fsdaf

(del programa de mano)

El JARDIN DE LOS CEREZOS es la última pieza de Chejov (1860- 1904). “Por qué se empeñan en llamar drama a mi pieza en los programas y en los avisos de los diarios?” – protesta Chejov refiriéndose a ella- . “lo que Stanislavsky ve en mi obra no es de ninguna manera lo que escribí”, agrega.

Pasa con esta pieza, con quienes la interpretaron y probablemente con el público que la vio, la ve o la verá, lo que pasa con el mismo jardín de los cerezos. Tiene varios aspectos. Para quienes fueron sus dueños durante tanto tiempo (la señora Ranewskaya y su hermano Gaev) representa la infancia y sus encantos, la nostalgia de lo ya vivido, la memoria incurable. Para el viejo sirviente Firs representa la receta perdida de cómo se preparaban las cerezas para  mandarlas a Moscú y Kharkov en otras épocas. Para Lopakin, hijo de campesinos siervos transformado en próspero mercader, representa la serie de  bungalows que construirá en el lugar, una vez derribado; los preciosos cerezos. Para el estudiante Trofimov el jardín de los cerezos representa una estructura social que ya no tiene vigencia. Sueña con que la belleza del jardín de los cerezos se extienda a toda Rusia. Toda Rusia es nuestro jardín, le dice a Ania, hija de los dueños. Ania, por tener 17 años, comprende a Trofimov y mira alegremente hacia el futuro. Los cerezos caerán bajo el hacha diligente de Lopakin, pero Ania, que es la juventud esperanzada, no quiere que su madre los llore; “No llores, mamá… Te quiero, te bendigo. Se ha vendido el jardín, es cierto… Pero no llores. La vida está por delante y siempre tienes tu corazón bondadoso y puro”.

“Antes de llevarse a cabo la venta del jardín -dice Gaev- todos nos agitábamos. Pero ahora que ha sucedido lo irrevocable estamos tranquilizados. y  hasta  contentos.”

La familia, que había regresado a su  casa  después de un  largo  viaje, parte de nuevo para siempre. Sólo  queda el viejo y fiel criado que por fin se sienta, triste y cansado. El también es un símbolo. Un símbolo como el ruido que invade ya, de árboles que están hachando.

Sí. La pieza está escrita en tonalidad de comedia, por momentos de farsa. Pero lo quiera o no su genial autor, hay algo más que comedia y que farsa en todo esto. Tal vez porque las comedias y las farsas, como los  payasos, tienen siempre una veta dramática para quien busca en su significado subterráneo.

En ningún momento se siente animosidad verdadera entre los personajes de diferentes capas sociales de esta obra. Es uno de los tantos méritos de Chejov. Y es un alivio comprobar que hay hombre s que crean una atmósfera de buena voluntad.

Victoria Ocampo.





fsdaf




fsdaf

Compartir