INTIMATUM

(CAMBALACHE DE LA REBELIÓN)
DE LOS DELINCUENTES / DIRECCIÓN PACO GIMÉNEZ

EN EL TEATRO

ORESTES CAVIGLIA


Con: Teatro La Cochera
Bati Diebel,
(*) Alejandra Garabano, Galia Kohan, Estrella Rohrstock, Giovanni Quiroga

(*) Remplaza a Beatriz Gutierrez

Asistencia literaria: Eugenia Cabral
Asistencia plástica: Hugo Palacio
Asistencia técnica: Roberto Sutter
Iluminación: Fernando Castello
Diseño gráfico Compañía Clun: Hugo Palacios, Mercedes Brito
Esculturas en carta pesta: Elbio Gutiérrez Celi
Producción ejecutiva: Marcelo Castillo

Dirección: Paco Giménez





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Notas disonantes y angustiadas de un piano (sobre el cual cae el único haz de luz) que está solo sobre el escenario; el sonido, en realidad, proviene del equipo sonoro. Primera disociación.

Detrás del piano comienza a emerger la figura de Irma, quien señala las premisas de la dramaturgia de Intimatum en palabras de Genet: “Interpretaremos esta ceremonia como la glorificación de la imagen y el reflejo (…) y que el público reaccione como quiera, como pueda”.

Lo que sigue será la exposición “delictiva” de los conflictos y contradicciones de cada sujeto dramático.

Intimatum (cambalache de la rebelión) es un espectáculo concebido para permitir una serie de instalaciones teatrales y para que, al interior de las mismas, puedan convivir Los Delincuentes con famosos personajes dramáticos más cinco perros y un gato hechos en cartapesta. Los personajes emanan de conocidos sujetos de la dramaturgia del siglo veinte: Nora creció en la “Casa de muñecas” construida por Henrik Ibsen; Liubov desciende del linaje de “El jardín de los cerezos” diseñado por Antón Chejov; Anna Fierling es el nombre legal de esa “Madre Coraje” que instituyó Bertold Brecht; Irma es la enviada de “El balcón” imaginado por Jean Genet, y Dion-Billy el compendio de “El gran dios Brown”, indagado por Eugene O’Neill.

Mezclados en el cambalache, Irma exhibirá su ambición de poder o caerá en el escepticismo humanista, exaltará la fantasía erótica y apelará al realismo social; Dion se esforzará por cubrir las demandas femeninas y, oportunamente, por enfrentarlas con la verdad; Liubov irá revelando la pasión y la culpa, revisando su desaprensión o revelando ingenuidad; Nora tendrá que sufrir metamorfosis de mujer en pájaro y de acusada jurídica en portadora de ideales; Madre Coraje mostrará groseros modales para poder proteger la delicadeza del dolor de Anna Fierling. Por último, el arquitecto William Brown juzgará los actos del artista Dion Anthony.

Sobre cada personaje hay un delincuente presto a asumirlo, cuestionarlo o, al menos, moverle la silla para ver si se desploma. En una u otra forma, el piano congrega a los ciudadanos insurgentes para intimarlos e intimidarlos.

El ensayo “El teatro de la rebelión”, de Robert Burstein, y textos reflexivos de los propios autores de las obras escogidas razonan en boca de Los Delincuentes. Cada actor prueba sus recursos intimidatorios con los animales de cartón piedra, quienes asisten a la intimidad de una rebeldía que culminará en delirio artístico y danza extenuante.

Intimatum es íntima ultimación y última intimidad, intimación a la intimidad y ultimátum a la intimación. Es un cambalache de rebeliones y rendiciones, un escenario para el café concert o el cabaret. El testigo es un centenario piano habituado al aporreo de músicos vocacionales y a las excitantes caricias del jazz, propio del siglo veinte.

Notas:

La Nación

Página/12





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