ISLAS DE LA MEMORIA (HISTORIAS DE GUERRA EN LA POSGUERRA)

DE JULIO CARDOSO / DIRECCIÓN MANUEL LONGUEIRA Y JULIO CARDOSO

EN EL TEATRO

LUISA VEHIL


Con:
Lucía Adúriz, Alejandro Cobas, Marcela Haimovichi, Manuel Longueira, Pablo Mariuzzi, Cristina Suárez.

Diseño gráfico: Lucio Bazalo

Asistente de dirección: Santiago Carranza

Voz: Ana Cardoso
Música original: Leonardo Fucci
Diseño de objetos: Daniel López, Fernando Recupero
Escenografía: Leonardo Borre

 

Dirección: Manuel Longueira y Julio Cardoso





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A pesar de su apoyatura documental, ISLAS DE LA MEMORIA no es un trabajo biográfico ni historiográfico. Los documentos han sido puntos de partida para la organización de un discurso escénico que tiene como referente a sus propias convicciones y propósitos poéticos.

Una parte del equipo de ISLAS DE LA MEMORIA ya había compartido otros proyectos teatrales (El verso de la Mandrágora, Mayo, Idiota procesión del Tiempo). La otra venía de distintas experiencias escénicas. Pero la reunión alrededor de este proyecto no se perfiló, en aquel comienzo, como un trabajo destinado al circuito teatral. El puntapié inicial lo dio un espacio de investigación y producción artístico y académico –el Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús- que ya venía trabajando sobre este tema en formatos y soportes muy diversos: documentales, libros, música, artes plásticas, escultura. Este espacio, integrado por historiadores, geógrafos, músicos, expertos en relaciones internacionales, sociólogos, artistas plásticos, escritores, realizadores audiovisuales, ex combatientes y familiares de caídos en la guerra, sumó el teatro cuando sus miembros se formularon la siguiente pregunta: ¿cuál podría ser una teatralidad surgida del testimonio y de los cuerpos mismos de los testimoniantes que combatieron en Malvinas? ¿Cómo se cuenta una experiencia de combate? ¿Qué le pasa al narrador cuando dice una historia como ésa? Primero decidieron escuchar, después leer. Hablaron con muchos de los protagonistas de esa guerra, leyeron un centenar de cartas que los soldados y sus familias se habían enviado en esos días. Sostuvieron en sus manos objetos que durante 20 años habían quedado dispersos en los campos de batalla, traídos al continente por las familias que viajaron a visitar el Cementerio Argentino de Darwin, en isla Soledad. Poco a poco, lo escuchado, lo visto y lo leído empezó a convertirse en una textualidad con cierta consistencia.





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