A Aida Bortnik (1938-2013) la caracterizaba una rápida  captación  de lo que podría denominarse  “humor social”: atmósfera psicológica,  color local de una coyuntura  histórica determinada, etc. Eso, además de un notable manejo de sus herramientas  de oficio, serviría para entender el suceso automático de muchos de sus trabajos, particularmente los  de sus guiones cinematográficos. “La historia oficial” es el ejemplo paradigmático. “Papá Querido”,  aunque  una de las obras  canónicas de Teatro Abierto,  merece, creo,  una mirada crítica distinta   a de la mayoría del repertorio de esa gesta político/teatral.  Puede entenderse como menos maniquea que el promedio,  pero una descripción más lúcida, a mi entender, sería la de ideológicamente más ambigua.  Los frontales conflictos de los cuatro hermanos que no se conocen hasta el día del velorio de su padre, remiten a otra disfuncionalidad estructural,  y tan abstracta como la idea de una sociedad ingenua, en la que por ser todos culpables, todos resultan inocentes.

Alberto Wainer