De Antonio Planchart, solo conozco esta obra, eso puede atribuirse a mi ignorancia, a lo limitado de su producción, o -mucho más probable- a que sus trabajos no alcanzaron la difusión que, si Una historia que cuentan sirve como parámetro, se merecían. Los textos icónicos de esa gran hazaña que fue Teatro Abierto se constituyeron, en razón de las prestigiosas trayectorias -anteriores y posteriores- de sus autores, en Todo Teatro Abierto, lo que, además de una injusticia, supuso un lamentable estrechamiento crítico. En los oscuros filos entre el sainete, el grotesco, las temáticas y arquetipos del tango -que es la música de los orillas y, aunque con pudor, del sentimentalismo- esta peripecia tiene como trasfondo la frágil coyuntura histórica, en la que nuestra dirigencia oligárquica, que había ensayado una retirada estratégica en 1916, se preparaba, sin prisa y sin pausa para recuperar su gran estancia, la Argentina, e incubaba, sin prisa y sin pausa (Yrigoyen, “el peludo”, llevaba apenas 3 años en el gobierno), el huevo de la serpiente. Nuestra realidad (en 1930, 1955, 1976, y cíclicamente) se obstina en resignificar esta fábula.

Alberto Wainer