NUMANCIA

DE MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA. ADAPTACIÓN DE DANIEL SUAREZ MARZAL / DIRECCIÓN DANIEL SUAREZ MARZAL

EN EL TEATRO

MARÍA GUERRERO


Con:
Rubén Stella, Carlos Scornik, Pedro Ferraro, Alejandro Rattoni, Walter Santa Ana, Sergio Surraco, Sandra Ballesteros, Sebastián Holz, Víctor Laplace, Osvaldo Bonet, Paulo Brunetti, Gabo Correa, Hugo Cosiansi, Mausi Martinez, Marcelo Lopez Foresi, Ignacio Arroche, Juan Francisco Blanquet, Leandro Finger
Asistente de Dirección: Mónica Quevedo
Fotografía: Gustavo Girrini
Vestidora: Miriam Hana
Maquillaje: Analía Arcas, María Andrea Ferreyra
Asistente de vestidora: Vanesa Abramovich
Asistente de Idioma: Miguel Abeledo Piñeiroa
Asistencia de iluminación: Mariano Laguzzi
Asistente de vestuario: Sofía Di Nuncio
Producción TNC: Justo Rueda
Iluminación: Nicolás Trovato
Vestuario: Mini Zuccheri
Escenografía: Marcelo Valiente
Música: Triste España, sin ventura de Juan De La Encina
Marchas procesionales populares: Grabadas en celebraciones de la Semana Santa Sevillana
Melodías: Daniel Suárez Marzal

Dirección: Daniel Suarez Marzal





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Numancia
de Miguel de Cervantes Saavedra

La tragedia de Numancia se inspira en hechos históricos sucedidos en una pequeña ciudad celtíbera, asentada actualmente a seis o siete kilómetros de Soria, España. El sacrificio de Numancia (133 a. de C.) aconteció tras catorces años de enfrentamiento y resistencia al gran gendarme del mundo antiguo, Roma, que, cuando por fin logró sentar la planta en la ciudad exánime, sólo encontró cadáveres y cenizas. La tragedia de Numancia tiene dimensiones tan generosas que refleja, irremediablemente, muchas otros atropellos imperiales, genocidios, procesos de a-culturalización, las facetas más perversas de lo que hoy conocemos como globalización, y también gestos hermosos, profundos y exaltadores de la dignidad humana.

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NUMANCIA, TRAGEDIA Y APOLOGÍA.

Al celebrarse en el mundo entero el cuarto aniversario de “El Quijote”, no es oportuno sino justo recordar al Cervantes teatral. Su “Gran Sultana”, “Los baños de Argel” y una lista mayor son bastante más que sus “Entremeses” a los que se lo asocia casi en exclusividad.
Como cúspide de ese teatro está “Numancia”,tragedia extraña y grandiosa, hecha con el bronce romano, la piedra seca de Numancia y el fasto brillante con que Felipe II supo celebrar su propia gloria. Tan bien inventado fue el artilugio de la celebración, que sigue hoy vivo en la Semana Santa andaluza, igual que hace cuatrocientos años en las calles: barroco vivo, resistiendo a toda modernidad. Barroco que supo fundir religión y teatro, rito y representación.
El sitio y exterminio de la pequeña ciudad hispana de Numancia en el Siglo II a.C., a manos de los romanos en la expansión sin freno de su Imperio es, en boca de Cervantes, símbolo de la suerte de lo débiles frente a los poderosos. En franca paradoja, “Numancia” es también un elogio fervoroso de otro Imperio, que nacería diecisiete siglos más tarde: el de Felipe II, que al autor le tocó vivir.
Ajeno a maniqueísmos, Cervantes expone con llaneza cómo se suceden los Imperios.
A nosotros, ya embarcados- aunque sea como partícipes secundarios- en un nuevo y franco experimento imperial, nos queda preguntarnos por nuestras propias responsabilidades o simplemente aceptar que se trate de un imperativo de la Historia o , sin ir más lejos: de la fatalidad.

Daniel Suárez Marzal

 





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